Princesas♛

domingo, 2 de marzo de 2014

Capítulo seis.

Me desperté la mañana siguiente por el sonido del despertador.
-Puto despertador.- Murmuré mientras lo apagaba y me levantaba de la cama. 
Me dirigí al baño para lavarme la cara. Hoy tenia el pelo mal así que hice una cola. Abrí el armario y saque la ropa que me iba a poner. Me vestí y bajé a desayunar. Todavía faltaban 10 minutos para que Justin pasara a buscarme. Me senté en frente de mi madre.
-Hoy no hace falta que me acompañes al instituto- le dije. Ella levantó la vista de la revista para mirarme.- Justin pasa a buscarme.- Mi madre arqueó una ceja, y yo rodé los ojos mientras me levantaba y cogía una manzana.- Dos semanas juntos, ¿recuerdas?
Cogí la mochila que estaba al lado de la puerta y salí. Cuando miré a la carretera vi a Justin apoyado en su moto. Me dirigí hacia él y le toqué el hombro, ya que no se había fijado que estaba allí. Me miró y me sonrió mientras me pasaba el casco. Me subí detrás de él y lo cogí por la cintura.
-¿Cómo has dormido, nena?
-Bien, supongo.- Dicho esto arrancó la moto. 
Entre semáforos y que mi instituto no estaba muy cerca, tardamos 20 minutos en llegar.Todavía quedaban 10 para que abrieran las puertas, así que me bajé de la moto y me quité el casco. Justin hizo lo mismo que yo y se apoyó en la moto mientras sonreía.
-¿Qué pasa?- le dije.
-Estás guapa.
-Ni se te ocurra.
-¿El qué?
-No intentes ligar conmigo, Bieber.- Arqueó una ceja. Solté una carcajada.
-________, ¿quiénes son los que te insultan?- Me giré y busqué a ver si los veía. Vi un pelo largo rojo y me di cuenta que era Biannca. Me puse al lado de Justin y la señalé.- ¿Esa?- me miró y yo asentí. Justin se empezó a reír como un loco.
-¿Se puede saber que te pasa, idiota?
-¿Es una broma? ¿Enserio esa chica te insulta?- asentí. Justin rió todavía más fuerte. La gente que pasaba lo miraba. Le pegué un codazo y se calmó.- No, ahora enserio, ________, ¿cómo?- Incliné mi cabeza sin entender.- Es decir... ¿Cómo puede ESA chica insultarte a TI? ¿Tu te has visto? Estás millones de veces más buena que ella.- No había dicho eso. Abrí los ojos y la boca sorprendiéndome por sus palabras.- Cierra la boca, nena, te van a entrar moscas.- La cerré. ¿Enserio había dicho eso?
-¿Pero qué dices? ¿Tu la has visto? Es perfecta. Es alta, tiene el pelo largo, es delgada, la más popular y..- Justin me interrumpió.
-Y tu eres mejor que ella. Te lo digo enserio, que soy un chico.-Se acercó a mi y puso sus labios en mi oreja para susurrarme.- Si no te conociera de nada y os encontrara a las dos en la calle, te juro que me pondrías más tu, que ella.- Dicho eso dio un beso en mi mandíbula y se alejó. Me quedé parada.- Nena, muévete o vas a llegar tarde.- Sacudí mi cabeza y asentí.
-Sí... mejor me voy.- Me puse bien la mochila- gracias por traerme, Justin.
-No hay de que, nena- me guiñó un ojo.- ¿A qué hora sales? Lo digo para venir a buscarte.
-A las tres y media- sonreí. Me sonrió de vuelta y se montó en la moto.
-Te veo después, preciosa.-Asentí.
-Adiós.- Me dirigí hacia la puerta del instituto sintiendo la mirada de Biannca y de su grupo encima mía. ¿Me habían visto con Justin? ¿Y ahora qué?
Llegué a la clase y me senté en la última fila, como siempre. Empecé a sacar los libros y vi a alguien apoyado en mi mesa. Levanté la vista y vi a quien no quería ver.
-Hola, pringada.- Me dijo Biannca. Rodé los ojos disimuladamente.
-Hola.
-¿Quién era el chico con el que estabas ahí fuera?
-Nadie, sólo es un amigo.- Soltó una carcajada.
-Ya, me lo esperaba, no creo que un chico tan-buscó la palabra- sexy estuviese saliendo contigo.- "Pues que sepas que él no te ve atractiva, zorra" se lo quería chillar en la cara, pero me limité a darle una sonrisa falsa.- ¿Crees que me lo podrás presentar?
-Eso es decisión suya ¿no crees?
-¿Qué quieres decir?- arqueó una ceja.
-Que como tu bien dices, es bastante sexy, no creo que vaya buscando vaginas por la vida, es más, yo juraría que le sobran pretendientas, y...- la miré de arriba a abajo- créeme, parecen modelos. Yo si quieres te lo presento, pero está en sus manos si te quiere llevar a la cama, o no, cosa que que dudo que haga.- Biannca abrió la boca. Iba a contestar algo pero la voz del profesor nos indicó que la clase empezaba. 
Antes de Biannca se alejara de mi mesa le di una sonrisa falsa. Ella se sentó en su pupitre. No os lo creeréis, pero después de lo que Justin me había dicho, me sentía más... segura. Sonreí ampliamente antes de empezar a tomar apuntes de literatura.





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Capítulo cinco.

-No pienses nada raro, nena, solo te quiero invitar a cenar- soltó una carcajada.
-¿Hoy?-él asintió.- Mhm, lo veo un poco difícil. Voy a una cena de empresa con mi madre, me dijo que la tenía que acompañar. ¿Quizás otro día?- Sonreí exageradamente.
-¿Estás intentando evitarme? Porque te recuerdo que tenemos que pasar dos semanas juntos.
-¿Qué? ¡No! Te estoy diciendo la verdad.- Él asintió no muy convencido.- Bueno, adiós.- Me di la vuelta para dirigirme a mi casa, pero me cogió de la muñeca. Me giré para mirarlo.- ¿Qué quieres?
-¿Y mi beso de despedida?- Dijo señalando su mejilla. Solté una carcajada.
-Que te lo has creído, Bieber. No es que te lo hayas ganado mucho hoy. Venga, adiós chaval.- Le di una palmadita en el hombro y salí corriendo hacia la puerta de mi casa antes de que el dijese algo. 
Entré y subí las escaleras hasta mi habitación. Me iba a echar una ducha. Antes de desvestirme le envié un mensaje a mi madre "ya estoy en casa". Fui al baño, me desnudé y me metí en la ducha. Después de un día tan largo lo mejor era relajarse. Miré mis muñecas. Tendría que hacer algo, las cicatrices todavía se notaban. Debéis pensar que estoy loca, pero, ¿qué queréis que haga? Llevo desde que tengo cinco años sufriendo bullying. Lo hago para desahogarme. No es tan malo después de todo. 
Me enjaboné el pelo, después el cuerpo, y me aclaré. Salí de la ducha y rodeé mi cuerpo con una toalla. Me peiné el pelo y fui a mi habitación. Me puse el pijama que me había regalado mi madre para mi cumpleaños. Cogí mi móvil y vi que tenía dos mensajes: uno de mi madre y otro de Justin.
Abrí el de mi madre "¿Cómo has llegado tan pronto?" . Lo cerré. Ya le contaría después. Abrí el de Justin "Nena, no hemos hablado de los horarios. Yo mañana no tengo clases, ¿te parece si te paso a recoger y te llevo?" . Sonreí. Podía ser muy imbécil, pero tenía algo... Le contesté "¿No tienes clases? Bueno. Entro a las 9, así que si quieres pasar por mi a las 8:30 no hay problema :) PD: NO ME LLAMES NENA." 
Dejé el teléfono en mi escritorio y bajé a la cocina. Abrí la nevera. Nada. Cogí el teléfono y pedí una pizza. 30 minutos después llegó. Pagué al pizzero y me senté en la mesa de la cocina. Antes de que empezara a comer llegó mi madre. Se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla.
-Hola, cariño. ¿Por qué no me has contestado el mensaje?- se sentó delante mio.
-Porque es muy largo de contar.- Suspiré- ¿Quieres pizza?- Ella asintió mientras cogía un trozo. Le empecé a explicar desde el principio de la clase, hasta que Justin me trajo hasta aquí.
-Y... ¿Es guapo?- alzó las cejas. Rodé los ojos.
-¿Y eso que importa? Lo que importa es que me ha acompañado a casa, no como otras.- La miré mientras masticaba un trozo de pizza. Ella rió.
-Si, si, pero ya me dirás dentro de dos semanas que pasa con ese chico.
-¿Qué quieres decir?
-Cariño, si no quieres caer, intenta estar distante, si no- cogió otra porción- acabarás como las otras.- Y con eso se fue a su habitación.
Cuando acabé la pizza me fui hacia mi habitación. Vi que tenía un mensaje en el móvil. Lo abrí. "Acostúmbrate a que te llame así, nena, porque lo vas a tener que aguantar durante dos semanas" Rodé los ojos, seguí leyendo el mensaje "PD: Intenta no rodar los ojos al leer esto, preciosa ;)" Bufé y me tumbé en la cama. 
Me puse a pensar las palabras de mi madre "si no quieres caer, intenta estar distante, si no, acabarás como las otras". ¿Cómo las otras? Pero yo no quería acabar como las demás. ¿O si?




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Capítulo cuatro.

Me dirigí rápidamente hasta la salida de ese edificio. Vaya día. Saqué mi móvil para llamar a mi madre, pero antes de poder desbloquearlo, alguien me cogió de la muñeca. Me giré y me lo encontré. Rodé los ojos.
-¿Qué quieres?
-Primero, deja de rodar los ojos- rodé los ojos inconscientemente, él rió.- Y segundo, ¿no has oído lo que nos ha dicho la psicóloga?
-Sí, tengo que pasar dos semanas pegada a ti, ¿y?- Esta vez él rodó los ojos.
-¿Cómo quieres que nos comuniquemos? Por telepatía? Dame tu número.- Me dio su teléfono y le apunté mi número. Me llamó y su número apareció en mi pantalla. Me lo guardé en la agenda como "imbécil prepotente". 
-¿Algo más?- negó con la cabeza.- Bien, pues si me disculpas, me voy, tu compañía no es tan agradable como tu piensas que lo es.- Me alejé de él mientras lo escuché soltar una carcajada. Marqué el número de mi madre.- Mamá, acabo de acabar. ¿Me vienes a buscar?
-Oh, cariño, que pronto has acabado. Iba a entrar en una reunión ahora- ¿en serio?- ¿Crees que puedes ir caminando?
-Sí, claro, puede que no llegue a la hora de cenar, no me esperes.
-No seas exagerada, ________. Empieza a caminar ya y verás como llegas rápido. Adiós, te quiero.- Me colgó. Bufé bloqueando el teléfono y metiéndolo en mi bolsillo. ¿En serio? Que oportuna la reunión. 
Empecé a caminar pero escuché el motor de una moto. Me giré y vi que se acercaba a mi. Se puso a mi lado y se quitó el casco. ¿Adivináis quién era? Exacto, el señor Justin "soy el mejor del mundo" Bieber. Lo ignoré y seguí caminando.
-¿Quieres que te lleve, nena?- Escuché. Rodé los ojos y seguí caminando. Pocos segundos después la moto estaba delante mío.- ¿Qué estás sorda?
-¿Qué?- me hice la loca.- Ah, ¿me lo decías a mi?- él asintió.- ¿Sabes que pasa? Que no sé cuantas nenas tienes repartidas por el mundo, así que...
-Te lo repito. ¿Quieres que te lleve? Tengo un casco de sobra.- Lo miré dudando.- Vamos, nena, no te va a pasar nada.- Lo seguí mirando no muy segura.- ¿Tienes miedo?- él arqueó una ceja. 
-No.
-Entonces súbete.- Me pasó un casco. Suspiré mientras me lo ponía y me subía detrás de Justin en la moto. Me coloqué bien y puse mis manos a cada lado del asiento.- No no no no.- Me miró mientras cogía mis manos y las ponía alrededor de su cintura, por debajo de su chaqueta de cuero. Pude notar sus abdominales por debajo de la suave tela de la camiseta que llevaba. Moví mi cabeza.- Así mejor.- Sonrió y encendió el motor.- ¿Dónde vives?- Le dije la dirección mientras el asentía y arrancaba la moto.
Mientras avanzábamos sentía el aire dándome en la cara, bueno, en el trozo que el casco dejaba abierto. Justin iba rápido, pero tampoco mucho. Cada vez que tiraba su cuerpo hacia delante podía sentir sus abdominales. No podía imaginar lo que escondía debajo de esa camiseta. Estaba como quería el chaval, pero su actitud lo cagaba todo. 
En un cuarto de hora llegamos a mi casa. Justin paró la moto en la puerta y me bajé. Le di el casco a Justin mientras él se quitaba el suyo.
-Gracias por traerme.
-No hay de qué.- Sonrió.
-En realidad, sí. Si no me hubieses traído todavía estaría caminando y hubiese llegado a las nueve a casa.- Solté una pequeña carcajada.
-Bueno, si me lo quieres agradecer de alguna manera...- lo miré. Él tenía una ceja levantada. ¿Qué estaba pensado?





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Capítulo tres.

Habían pasado unos cinco minutos, y sentí que alguien se sentaba a mi lado. Giré la cabeza y vi a Justin. Me fijé en su perfil. Era bastante atractivo, que pena que su actitud lo jodiera todo. No me di cuenta de que me quedé mirándolo y giró su cabeza para verme. Sonrió.
-¿Te gusta lo que ves?- escuché. Moví mi cabeza, sacándome de mi mundo y le miré mal. Me puse recta apoyando mi cabeza en la pared. Saqué el móvil de mi bolsillo para mirar la hora. Las seis de la tarde. Quedaba media hora para acabar la clase.- ¿Cuántos años tienes?- Escuché su voz. Giré la cabeza y le miré.
-17. ¿Tu?
-18.- Me miró y sonrió. Rodé los ojos.- ¿Tienes hermanos?
-¿Por qué tantas preguntas de golpe?- le pregunté.
-No lo sé- encogió sus hombros.- Es para distraerme, estoy aburrido.
-Pues te desaburres tu solo, a mi déjame en paz.- Me giré dándole la espalda.
-Joder- se movió para colocarse bien.- Que carácter, chica. Tranquilízate, solo estoy intentado socializar un poco. Al fin y al cabo, he venido aquí para eso.
-Pues yo no he venido aquí para hacer amigos, he venido aquí en contra de mi voluntad, ósea que no estoy de humor. 
-¿Te crees que yo he venido aquí porque he querido?- se río.- Por supuesto que no, nena. - Levanté una ceja al escuchar cómo me había llamado. Me giré para plantarle cara.
-No me llames así.
-¿Cómo?- me miró. Levantó una ceja.- ¿nena?
-Exacto.-Le señalé con el dedo.- Nunca más.
-¿Por qué no?
-¿Por qué te tengo que dar explicaciones a ti?
-Pues no me las des, pero te seguiré llamando así hasta que me lo cuentes, nena.- Suspiré.
-Es solo que yo no soy tu "nena", me molesta que me llames así. Puede que con las demás te funcione, pero conmigo no.
-¿Te estás haciendo la difícil?
-No me estoy haciendo nada, solo cállate, ¿quieres?- Le miré. Me iba a contestar pero la puerta se abrió dejando salir a la gente que estaba en la clase con nosotros. 
Miré la hora. Las seis y media. ¿Ya? Justin se levantó de mi lado y se puso delante de mí dándome su mano para ayudarme a levantarme. La ignoré y me levanté yo sola. Él soltó una carcajada. Me giré para entrar a la clase a buscar mi bolso pero antes sentí unas manos en mi cintura y un aliento en mi oreja.
-No intentes resistirte, acabarás enamorada de mí, como todas.- Noté su sonrisa en mi oreja y se separó para entrar a la clase. Salí de mi estado de shock y entré. Íbamos a salir pero Marie nos paró.
-Chicos, espero que hayáis solucionado los problemas que tengáis, porque tenéis que hacer un trabajo juntos.- Abrí la boca. ¿Qué?- Hasta dentro de dos semanas no tenéis que volver. Quiero que estas dos semanas estéis juntos, que tu- señaló a Justin- la acompañes al instituto cuando puedas, que si la atacan, la defiendas. Y tu- me señaló esta vez a mí- tu... intenta ayudar a Justin en lo que puedas, ya que él muchos problemas no tiene. Buena suerte, ya me contaréis en dos semanas.- Sonrió, se dio media vuelta y se fue. 

Me quedé parada. ¿Qué? ¿Dos semanas junto a ese idiota? A penas había podido pasar una hora con él, y ahora tenía que pasar dos semanas a su lado. ¿Qué clase de broma era esta?





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Capítulo dos.

El chico se dirigió a la silla y se sentó. Iba vestido con unos jeans negros, y con una chaqueta de cuero negra. Tenía el pelo castaño claro y llevaba unas gafas de sol. Se las quitó y me fijé en sus ojos. Tenía unas pestañas largas y eran de color miel. Seguía analizando a ese chico cuando escuché una voz.
-Bueno, ahora sí que sí- dijo la psicóloga. Señaló al chico que acababa de llegar.- Bien, ¿cómo te llamas?
-Justin, Justin Bieber.- Dijo sonriendo de lado. Escuché un suave suspiro de la chica que había a mi lado. La miré y estaba embobada mirando a ese tal Justin. Rodé los ojos.
-Bien, Justin, ¿por qué estás aquí?
-Mi madre dice que necesito socializar con gente a la que no le importe las cosas materiales que tengo, y decidió apuntarme a esta...-miró alrededor- cosa.
-¿Eres rico?- pregunté curiosa.
-¿Acaso te importa?- me contestó mirándome directamente a los ojos. Me intimidé y aparté la mirada, apretando la mandíbula.
-Vale, chicos, no os peleéis- dijo Marie.- Y tú, ¿cómo te llamas?- me dijo esta vez a mí.
-_________ Levinson.
-¿Y tú por qué estás aquí?
-Porqué a mi madre le gusta gastar el dinero en cosas inútiles, y decidió apuntarme aquí.
-Bueno, cambiemos la pregunta. ¿Por qué crees que tu madre te ha apuntado aquí? A parte de, por lo que tú dices, porque le gusta gastar el dinero.
-Pues porque no tengo amigos. Desde pequeña no le caigo bien a la gente, y desde pequeña me siento mal, pero se ve que mi madre se ha dado cuenta ahora.- Contesté directa.
-¿Tienes alguna idea de porque no le gustas a la gente?- me preguntó Marie. ¿Soy la única en la sala o qué?
-Con ese carácter no me extraña que no se quieran acercar a ella.- Escuché que murmuraba Justin. Lo miré mal y volví a dirigir mi mirada a Marie.
-Justin, no digas eso, estamos aquí para ayudar a la gente, no para derrumbarlos más.- Dijo.- Bien, _______,¿alguna idea?
-Bueno...-pensé.- Nunca he sido muy buena socializando. Cuando me señalan con el dedo y me critican lo único que hago es agachar la cabeza y aguantar los insultos. ¿Para qué contestar? Llevan toda la vida haciendo lo mismo, no lo voy a cambiar ahora.
-Que optimista que eres chica.- Volvió a comentar Justin. Me puse bien y lo miré frunciendo el ceño.
-¿Te quieres callar ya, imbécil? Nadie ha preguntado tu opinión.
-Hablando así no vas a conseguir que te quieran nunca, normal que no tengas amigos.- Volvió a decir. Iba a contestarle pero Marie chilló.
-Basta ya, ______, ves fuera.- La miré incrédula mientras me levantaba y escuchaba la risa de Justin.
-Pásatelo bien, marginada.- Dijo.
-¿Sabes qué? Casi que prefiero ser una marginada y no tener amigos, que tener la necesidad de tener dinero y cosas materiales para mantener a mis supuestos "amigos"-hice las comillas con los dedos- cerca.
-¡________, fuera! ¡Y tú también, Justin! Cuándo os calméis volvéis a entrar, pero no quiero discusiones en la clase.- Bufé y abrí la puerta para salir, mientras ese idiota iba detrás mío. 
Me senté en el suelo, al lado de la puerta, crucé mis brazos encima de mis rodillas y apoyé la cabeza en ellos. Justin se puso delante mío, de pie.
-¿Qué quieres, Bieber?- le dije. No contestó. Notaba su mirada sobre mí, así que levanté la cabeza para mirarlo.- Que qué quieres.
-Nada, ¿qué pasa? ¿No te puedo mirar?- me dijo levantando una ceja y sonriendo de lado.

-Quita esa sonrisa de tu cara, chaval, eso no funciona conmigo.- Negué con la cabeza y volví a apoyar mi cabeza en mis brazos. Escuché una carcajada de su parte.




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viernes, 28 de febrero de 2014

Capítulo uno.

-Todavía no sé qué hago aquí, se nota que te gusta malgastar el dinero en mierdas, mamá- dije mientras ésta paraba el coche en la puerta del edificio para que bajara.- No sé porque tengo que venir, sabes que no estoy loca.
-Ya lo sé, cariño- dijo cogiendo el bolso y saliendo del coche junto a mí.- Y no te he traído aquí porqué estés loca. Ya sabes que necesitas ayuda.
-No necesito ayuda, he estado 17 años de mi vida viviendo así, y ¿ahora quieres que alguien desconocido me ayude?- nos dirigimos a la puerta.- Además, este psicólogo no es si privado, no, es público, claro, como si yo quisiera compartir mis problemas con gente que no conozco de nada, sabes...
-Bueno, cállate ya. Entra. Cuando salgas llámame y te paso a buscar.- Iba a replicar pero ella me calló.- Ni una palabra más, ________. Te vas a quedar, y punto. Me da igual lo que pienses.- Antes de girarse me dio un beso en la mejilla y se fue hacia el coche.- Te quiero.
Asentí y entré por la puerta del edificio blanco.
Preguntaréis, ¿por qué se queja tanto? Su madre solo la intenta ayudar. O tal vez os preguntéis, ¿por qué tiene que ir a un psicólogo? Bueno, pues según mi madre necesito terapia, porque no tengo amigos. Pero vamos, ni que fuera algo nuevo. Desde que tengo uso de la razón he sido una marginada, pasaba por los pasillos y me ponían el pie para que me tropezara, ah, y nunca faltaba el típico chicle que me tiraban a la cabeza en horas de clase. Hubo un año que me pensé que me quedaría calva de tanto pelo que me corté.
Bueno, a lo que iba. Llevo desde que soy pequeña recibiendo los mismos tratos, y ahora que tengo 17 años mi madre decide llevarme a un psicólogo, ahora que ya estoy acabando el curso. Y lo mejor, es que es un psicólogo público, ¿sabéis las típicas reuniones de alcohólicos anónimos? Pues lo mismo, pero con adolescentes frustrados y con problemas. La verdad es que no me entusiasmaba mucho compartir mis problemas con desconocidos.
Me dirigí al mostrador. Había una chica de unos veinte y algo sentada. Cuando me escuchó llegar dirigió su mirada a mí y me sonrió.
-Hola, ¿qué necesitas?- me preguntó.
-Hola, mi nombre está en la lista, soy _________ Levinson.- Miró en la lista buscando mi nombre, y cuando lo encontró me volvió a mirar.
-¿Estás aquí por las reuniones de psicología?- "¿Qué no lo ves? ¿Qué más mierdas se hacen en este edificio? Estúpida." Esos fueron mis pensamientos mientras asentía lentamente.- Perfecto, puerta 14.- Me dio una pegatina y me la pegué en la camiseta mientras me dirigía a la puerta 14.
Piqué a la puerta y la abrí lentamente. Vi que se había formado una redonda en la sala con sillas, y en ellas habían diferentes personas de mi edad sentadas. Escuché la voz de una mujer.
-Buenas, puedes pasar.- La miré y me sonrió. Le sonreí de vuelta y me dirigí a una de las sillas. A mi lado había una chica. 
Me pude fijar que tenía un pelo largo pelirrojo recogido en una coleta. Su piel era fina y blanca. Miré a mí alrededor y me fijé en la que supuse que era la psicóloga. La examiné. Tenía el pelo castaño, tirando a rubio, recogido en un moño perfecto. Llevaba unas pequeñas gafas que se aguantaban en su pequeña nariz. Debería tener unos treinta y pocos. Tenía las piernas cruzadas y apuntaba algo en su libreta, moviendo el bolígrafo lentamente. Sé lo que estáis pensando: "¿por qué se fija tanto?" No preguntéis, solo soy detallista.
Pasaron unos 10 minutos y las sillas se iban llenando, pero todavía quedaba una vacía. Miré a la psicóloga y hablé.
-Perdón, pero ¿cuándo empezaremos? Han pasado como 15 minutos desde que las sillas están llenas menos esa- la señalé.- Porque la persona que se sienta ahí pierda 5 minutos de la sesión no pasa nada ¿no? Digo, que aprenda a ser puntual.- La psicóloga me miró y me sonrió mientras asentía.

-Bien, me llamó Marie, y os voy a intentar ayudar en todo lo que pueda con los problemas que tengáis. Si os sentís incómodos en algún momento y me queréis decir algo en privado, podéis hacerlo cuando acabe la sesión.- Todos asentimos.- De acuerdo, vamos a em...-El sonido de la puerta la interrumpió para dar paso a un chico.- Oh, bienvenido, siéntate en esa silla.- Le señaló la silla que había libre y él asintió y se dirigió a ella.





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SINOPSIS

¿Qué puedes hacer cuando estás destrozada? ¿Rota por dentro? ¿Cuando te sientes abandonada? ¿Cuando ves que a nadie de tu alrededor le importas? En casos así, siempre necesitas a alguien a tu lado, una persona que se preocupe por ti, que en vez de ver tus imperfecciones, te diga que eres perfecta con ellas. Que cuando estés junto a esa persona, el mundo parezca ser otro, y no te haga sentir insegura. Que lo único que te importe es lo que esa persona piensa de ti, y te da igual que los demás te critiquen, porque sabes que hay alguien a tu lado. Porque siempre necesitas una persona a tu lado que te agarre cuando estés a punto de caer.